HISTORIA DE LA FALDA Y EVOLUCIÓN

La falda es una prenda de vestir que cuelga de la cintura y cubre las piernas, al menos en parte. Tiene sus pares en prendas usadas históricamente por el hombre y la mujer, como la pollera, el manteo, la saya o la basquiña. Fabricada en diferentes tejidos, suele presentar forma cilíndrica o tronco-cónica, y a diferencia de los pantalones no está dividida. Por extensión, se denominan también faldas o faldones a las telas que cuelgan de la mesa camilla o de las cunas.
En su versión más sencilla puede ser que un trozo de tela se enrolle hasta la cintura (pareosarong), aunque la mayoría de las faldas son ajustadas en la cintura y más amplias según se desciende. Dependiendo de las épocas, las modas y el exhibicionismo de quien la lleve, la longitud de la falda puede ir de poco más que un cinturón, llegar hasta el suelo y cualquier otra medida intermedia.
Hacia el siglo XVI, la falda de la gente de pueblo era una pieza cuadrangular de tela, con un agujero en el centro, por el que se ajustaba a la cintura mediante un cinturón o simplemente una cuerda, de modo que colgaban cuatro picos.
En el Quijote aparece una dueña Trifaldi que, se explica, tenía la falda triangular con tres picos.
Las prostitutas llevaban la falda de color pardo y de ahí el dicho «irse de picos pardos»
Durante el siglo XIX los cortes de la faldas en la cultura occidental sufrieron más variaciones que en ninguna otra época. La cintura de la falda empezó a estar situada a la altura del pecho (debajo de los senos) y fue bajando paulatinamente hasta la cintura. Al principio fueron bastante estrechas y se fueron ensanchando hasta llegar a la crinolina, el polisón, el corsé y el miriñaque (armazones bajo las faldas para darles volumen). Durante todo el periodo, el bajo osciló desde debajo de la rodilla hasta el suelo.





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